Siempre he creído que la energía de los demás es capaz de
alimentarte, de darte fuerzas. No podía estar más equivocada.
He descubierto que es al revés, los demás son capaces de
absorber tu energía hasta dejarte agotada, sin hacerlo a propósito, es su
naturaleza.
Si estoy bien, alegre, la actitud de los demás, el hecho de que ellos no
se sientan así, es capaz de hacerme caer. Quiero ayudar, me duele ver que
alguien está hundido y yo no puedo nada, y me siento culpable por ser capaz
de sonreír. Para que luego digan por ahí que no tengo corazón.
Ahora vamos a darle la vuelta, a ver qué pasa. Si soy yo la que está
mal, los demás ni se inmutan, bailan a mi alrededor con sus sonrisas de “todo
es perfecto” y no puedo pararles y decir “eh, yo no, estoy aquí”.
Los días de colores han sido geniales, me he sentido
increíble, imparable, infinita. Tanto que me daba miedo. No quería ver como esa
felicidad artificial se iba tan rápido como había venido, pero lo ha hecho y ha
dejado un panorama desolador.
Para los que no lo sepáis os voy a explicar que es eso de
los días de colores, para que os podáis reír de mí a gusto. Todo empezó porque
decidimos que el rojo, por una vez, iba a estar para nosotras, y no al revés.
Nosotras íbamos a crearlo, a generar esa fuerza que necesitas para llevar las
uñas pintadas de rojo. Eso derivó en el juego de los colores. Consiste en
escoger un color cada día y sonreír cada vez que lo veas por la calle. Y os
juro que con esa tontería ha sido la semana más divertida.
Es domingo por la tarde, y creo que es uno de los motivos de
que esté así, pero me siento vacía. No hay nada cómo disfrutar de una “felicidad”
efímera para darte cuenta de lo que te estás perdiendo.
Estoy cansada de estar cansada de todo. Durante estos días no tenía
ninguna intención de escribir (aparte de a ella) porque cuando estás bien no
pierdes el tiempo en contarlo por escrito pero ahora...
No quiero que vuelva esto, no quiero esta apatía. No quiero ver como se escapan los días, todos iguales, porque me da la sensación de perder el tiempo y no me gusta nada. No quiero seguir
esperando, porque eso es lo que hago, me paso el día esperando y no pasa nada,
no hay ningún cambio, ninguna señal de que esto es pasajero, de que no voy a
sentirme así toda la vida. Y es que no puedo explicarlo de otra forma, porque
ni yo misma sé como me siento.
No sé porque un día me levanto feliz y luego por
la tarde estoy hecha un asco; no sé porque no desaparece ese nudo en la
garganta constante; no sé porque no soy capaz de tener más que simples
conversaciones de ascensor con los que me rodean; no sé porque he perdido las
ganas de todo, y no sé como encontrarlas.
Lo he vuelto a hacer, como siempre. He ido desvariando a
medida que pasan los párrafos, pero prometo que me ayuda el caos que creo cada
vez que escribo.
Me echo mucho de menos, porque yo antes no era así.
Me estoy perdiendo y me da miedo porque no sé si alguien
querrá buscarme.
"Estoy cansada de estar cansada de todo". Me quedo con esta frase. La utilizaré como una especie de 'mantra' al revés. A partir de ahora me prohibiré sentirme así, y tú deberías copiarme. Porque también hay que escribir en los días felices, porque los días felices se pueden fabricar, las ganas siempre andan por cualquier esquina y los nudos en la garganta terminan por deshacerse.
ResponderEliminar-C
tienes twitter? es que me encanta como escribes
ResponderEliminarAwww muchas gracias, en serio. Mi twitter es @makesmelovely :3
Eliminar